El aburrimiento constante en el aula no siempre es falta de interés. En muchos niños con altas capacidades, es una señal de que los contenidos no representan un reto o de que el ritmo de clase es demasiado lento para su forma de pensar.
Habla con el centro educativo desde el respeto. Comparte tus observaciones y plantea posibles ajustes: ampliaciones de contenido, trabajos por proyectos o libertad para explorar temas adicionales. No se trata de que “avance más rápido”, sino de que aprenda con sentido.
En casa, puedes ofrecer propuestas paralelas que lo estimulen: retos matemáticos, lectura libre, actividades por tipo de inteligencia o pequeños experimentos. El objetivo es mantener viva su motivación sin saturarlo ni presionarlo.
Y sobre todo, valida cómo se siente. Escuchar y reconocer su frustración le ayuda a no sentirse solo y a desarrollar herramientas para expresar lo que le pasa.